lunes, junio 04, 2007

Montparnasse sauvignon trobét, en el reino de España.

Parto a toda marcha, rumbo a España. Un viaje demoledor, que pude resistir estoicamente, gracias al sistema de canilla libre de la sección business, a la que pude acceder gracias a mis contactos personales. Unas cervezas por el tema de la sed, un whisky escocés, solo para probarlo, y una botella de vino blanco helado, para confirmar, una vez más, que la mezcla no hace nada bien. Para cerrar, un whiskicito más, porque la etiqueta está buena.
Al aterrizar en Madrid, un remise enviado por los hermanos Villanueva, me esperaba para llevarme a la finca.
Ya el tipo me pareció un poco canchero, así como con cara de primer mundo, por lo que le espeté, cómo para ir ablandandolo: Y el tema del Peñón de Gibraltar, ¿cómo se lo bancan? Porque digamos, Inglaterra es una isla diminuta, y sin embargo, tiene en su poder parte del poderoso territorio del reino de España…por que acá siguen con eso de los reyes ¿no?
El tipo aceleró, me miró por el espejo retrovisor y me dijo que ya casi habíamos llegado.
Entramos en lo de los hermanos Villanueva, dos tipos de unos 50 años, completamente calvos y entrados en carnes que me abrazaron emocionados, vaya uno a saber porque motivo.
Les avisé que no tenía mucho tiempo, ya que España, no era una plaza fuerte en el mundo de los vinos de hoy. Cabecearon un poco, y montamos sobre uno de esos carritos de golfista, en dirección a los viñedos propiamente dichos. Me atendieron con un cabernet noveau, un pichot noire, una copita de tannat con syrah, esa cepa tan polémica, y entonces, sentí un hormigueo en la coronilla, que me obligó a preguntar: El tema de perder siempre ¿no les jode? Digo, a nivel guerras, a nivel diplomático, a nivel deportivo, son muy muy menores…¿no les gustaria ganar? Algo, aunque sea un mundial de fútbol? Cómo los Franceses, los Italianos, los alemanes, los Ingleses, bah, cualquier pueblo minimamente normal, hoy por hoy, te gana un mundial…todos, menos Chile y España…¡¡para que!!! Los hermanos Villanueva, resultaron ser excelentes luchadores, y me dieron con todo, durante 15 minutos. Cuándo sentí la boca toda desflecada, les pregunté: ¿no quieren hablar de vinos? Digo, cómo hombres. Por que hasta ahora, me han convidado vinos para diseñadores de Palermo o de Chueca…¡¡para que!! Llamaron a dos operarios, a uno de los hijos de uno de los hermanos Villanueva, y a una chica discapacitada que estaba de visita. Me dieron entre todos durante 25 minutos. La chica discapacitada mordía muy fuerte y pellizcaba que daba miedo, emitieno sonidos terrorificos.
Tengo que reconocer que el Montparnasse sauvignon trobét, produce una anestesia total. A pesar de ser una cepa polémica y a-feminada, genera una especie de muerte física muy interesante.
Cuándo quedaron exhaustos, aproveché para recordarles que si los inmigrantes seguían a este ritmo de procreación, en un par de décadas, España sería un recuerdo en los libros de historia. Y para rematar la faena ¿que pasa, no les gustan las mujeres? ¡¡Para que!!!
Ahora había una fila de empleados, ejecutivos, y familiares, peleandose para poder castigarme, para poder horadar mi carne. Con palos, manoplas cromadas, sogas húmedas, en fin, todo tipo de artilugios, y sin embargo, no siento nada. La nariz es de papilla, los ojos están sumergidos en unas bolsas húmedas de carne inflamada, presumo que me faltan partes del cuero cabelludo, porque los veo en el suelo, y no pasa nada. Agradezco la visita, y me encamino al vehículo. Durante el viaje de vuelta, repaso mis notas-durante toda la visita, no he parado de tomar notas-y escribo: El Montparnasse sauvignon trobét, es un vino yerto, pero no tanto.

Exterrextxex Rouge, en el “país” Vasco.

Aún en el aeropuerto de Barajas, se me ocurre ir a la bodega de los hermanos Gorka e Iñaki Bengoechea Iñarritu Menditegui. Desgraciadamente, acababa de ingerir mis cápsulas para viajar, ayudadas con tres generosas dosis de un escocés de gran categoría, por lo que sentí un absurdo entusiasmo que me animó a aceptar el deseo.
Ya en el avión, y mientras pedía mi cuarta copa de Torrontés helado, empecé a lamentar el encargo. ¿Desde cuándo hay vinos que ameriten mi visita en el país vasco? ¿es un país el país vasco? ¿Galicia es también un país? En fin, cerré el trayecto con una buena jarra de beaujolais noveau, y lamenté no estar en Francia, un país en serio, con copa del mundo y todo.
En el aeropuerto de Bilbao, me recibió un sujeto que balbuceaba el idioma español, intentando afectarlo de ese dialecto llamado Euskera. Bueno, bueno, le dije, ustedes se tienen que relajar, en definitiva, y cómo dijo Borges: …”yo no sé de que están tan orgullosos los vascos, si en definitiva siempre han sido un pueblo de ordeñadores de vacas…” El hombre carraspeó y apagó la radio.
Gracias a dios, el cartel de bienvenida a la finca se hizo presente.
En la puerta, dos tipos de aspecto rudo, me esperaban con una especie de sonrisa cavernícola.
Me convidaron una copita de Exterrin Buxok, otra de Benzerret Uxrretr, y para cerrar la primera ronda, una copa un poco más grande, de Zerrecher Marretxear. Y la verdad, todo muy flojito, entonces, para ir calentando, les digo: Ustedes mucho ETA, mucha piedra, pero no pasa nada, todos los meses, tiki-tiki, se ponen con el Rey Juan Carlos…me miraron con cierta perturbación, incluso, observé que a Gorka, le latió el párpado. Pero justo, llegó la barrica móvil, para la segunda vuelta: Herriak Putrex, dos copitas, Kutrrik Merratadar, tres copitas, y la cosa va mejorando. Cuándo no hay calidad, hay que meter cantidad, es una ley. Y entonces, se me calentó la nuca, y vi que ya eran seis los oriundos del “país vasco” y les digo: Saben una cosa, el dialecto ese que hablan, da la sensación de estar escuchando a un sordo mudo, con la boca llena de piedras. Y ahí si, lenta pero contundente, fue la reacción de estos muchachos. Me tiraron piedras, me pagaron lonjazos con cueretas mojadas y me patearon con sus botines de trabajo, con punteras de acero.
Pasamos a la barrica de blancos: tres copitas de Turrxertxur, dos de Varrecheaxert, y tres más de Turrxertxur, por las dudas. Y entonces, aprovechando la llegada de los operarios que traían el licor Patxarán, les digo: ese equipo que armaron, solo de vascos, una pena, siempre mitad de tabla, además, déjense de joder ¿Qué hay en el país vasco? Ni el Gernika tienen. La zurra ahora fue total: me metieron en un barril y me machacaron con zapas largas, lo llenaron de alcohol, y me clavaron astillas en las uñas. Entonces, comencé la retirada, pero con el último aliento, les solté: ahora se hacen los machos, pero bien que con Franco andaban todos derechitos, manga de cagones! Para que! Me corrieron siete kilómetros, pero pude subir a un tren de carga. Tomé mi cuaderno de notas, y apunté: El Herriak Putrex Rouge, es un vino suave, afeminado y aflautado, sin embargo, bien combinado, produce una calma propicia para la jácara.

Nada, estoy en San Pablo.

El avión que me trae del “país vasco”, sufre una demora en la escala en el país Brasil. Avisan que serán 5 horas, cómo mínimo, voy a la bodega de los hermanos Rune y Aldrich Newton Mendonça, productores “experimentales” de una cepa llamada Marcoteiro, un rosado interesante, según él.
Antes de la escala, mi interés profesional, me acerca a un tubito mañanero de tinto de Rioja, una cerveza Belga para refrescar, y un par de chupitos de Vodka soviético, a modo de cierre. Por lo tanto, la palabra experimental, me resulta muy interesante.
Sin embargo, luego de la despresurización, y al recobrar la movilidad de mis piernas en el taxi, la cosa cambió, y no pude evitar preguntarle al chofer: Maestro, ustedes son pentacampeones, son la quinta economía del mundo, pero ni ganando cinco mundiales seguidos, nos harán olvidar del Maracanazo. Giggia y Schiaffino, esos si que eran machos!
El hombre, se sonó el cuello, miró la hora y aceleró por un camino de tierra seca.
Llegamos a una finca, por llamarla de alguna manera, con palmeras, y cocoteros. Más que un viñedo, parecía Coconor. Los hermanos Mendonça, me esperaban sonrientes, ataviados con bermudas multicolores y sandalias. Dos sujetos regordetes con sandalias. San-dalias. Imaginé que bajo las bermudas portarían sendas sungas y sentí temor.
Me recibieron con una copa de Marcoteiro, un brebaje de color rosado, con un sabor anodino. Pedí dos más, para confirmar mi primer impresión. Y si, confirmado. Esto no es vino.
Un grupo de operarios, me acercó la linea completa de los vinos experimentales, todos, de color rosado. Probé un Rorcuyeiro, dos copitas de Troncoço, y nada, sentí pena. Entonces, agarré y les tire precalentando: ¿Alguna bebida para varones? Digo ¿esto es vino? Claro, ahora entiendo: Eso que ustedes denominan asado, lo acompañan con esto que denominan vino.
Los operarios me miraron serios, los hermanos Mendonça, en cambio, insistían en mantener la “buena onda brasilera”-buena onda lindera con la homo-sexualidad-actitud que me obligó a repetir una vuelta completa.
Entonces, aprovechando la llegada de más operarios con la picada y unos barriles con más vino rosado, me subo a un banquito y les pregunto a todos, en voz alta y firme: ¿Se acuerdan del gol de Caniggia en el 90? Y ahí si, primera reacción normal: Me bajaron agarrado del poco pelo que me queda en la nuca, me dieron con palos, picos, con la mita, la encomienda y el yanaconazgo. No sé si fue el rosadete, o la poca calidad de los operarios, pero no pasa nada.
Entonces, volvió a circular un botellón, frío, de mano en mano, momento en el cuál, y para evitar que se relajen, les digo: ustedes mucho Lula, mucha bandera roja, mucho PT, pero los Yankees los tienen marcando el paso.
Me agarraron de los tobillos, me bajaron los pantalones, me pusieron una sunga, y me dieron nalgadas con un rebenque gaúcho mojado durante 20 minutos. Aún en esas condiciones, les solté: ¿Por que no aprenden castellano, cómo todo el resto del continente? Tanto miedo le tienen a los portugueses?
La boca deshilachada, los párpados colgantes y las orejas calientes, me producen una sed demencial.
Pido un toquecito más del rosadete, y ya que están, un poco de esa cosa llamada cachaça, que paraliza todas las terminales nerviosas bastante bien, y les pregunto: Figuran entre los 10 países mas extensos del mundo, y ¿no hay vino? ¿que tienen? ¿Cachaça? ¿que es? ¿De donde la sacan? ¿Y con que la acompañan? Con porotos negros!! Haceme el favor!!
Corrí ensungado, con los cachetes enrojecidos por un campo de cardos y trepé a una bicicleta. Caí a los pocos metros y fui alcanzado por la turba, a la que se sumó, el portero, un repartidor de sifones, y las mellizas Pelufo, dos obesas que parece que gustan de los hermanos Mendonça, y si, me dieron con todo. Sentí mandíbulas cerrarse en mi carne, y halar con fuerza, torniquetes medievales, y muchos coquitos craneanos, sin embargo, pude garabatear en mi cuaderno de notas: El rosado brasileño, a pesar de ser experimental, feminoide, sumiso y cargado de solecismo, es excelente para el uxoricidio.

Merlot Zidane

La última gota de la petaca, estalló en mi caverna sedienta. Recuerdos, y anestesia local, antes de escuchar la voz de un gorila sub-normal de la embajada, que me grita con voz bovina: Next!
El asunto de la visa comenzaba a generar una cierta inquietud. Pero el viajees así, y los hermanos Calhahn Mac Allister, me aguardaban en California.

Con la cena, degusto dos Martinis bien secos, una botella de Cabernet francés, y tres tequilitas, porque creo que volamos sobre México.

Al bajar, siento la sangre bullir a gran velocidad, y los brazos paralizados, es por eso, que no puedo evitar preguntarle a un custom fronterizo: Mister, mucho traje, mucho handy, mucha security, pero en Viet-Nam les dieron para que tengan, ¡eh!
El forzudo me miró serio, y contestó que no hablaba español. Entonces, le hice el inequívoco gesto de introducir mi dedo índice, erecto, en un pequeño circulo, confeccionado con el pulgar y el índice de la otra mano varias veces, y a gran velocidad: Digo, que in Viet-Nam, Ho Chi Min, fuck marines...Capishe?
Balbuceó unas palabras en su walkie talkie, y en pocos segundos, tenía a mi alrededor, un par de granjeros de cuello enrojecido, con trajes de policías. No está mal para comenzar, pensé. Me llevaron a un cuarto y me sometieron a un penoso interrogatorio, pero sin contacto físico.

Entonces, para despejar dudas, les suelto: ¿Y Cuba? Una isla diminuta, a 50 kilómetros! Dejense de joder! Gobernada por un anciano! Y nada, no pueden hacer nada! Dios mío, que ineptitud!
Ahora si, llegó el policía malo, y me dio con todo: manopla, bate de béisbol en las rodillas, cachiporra y un toque de gas paralaizer. Agradecido, partí en remise, a la finca de los hermanos Calhahn Mac Allister, en la soleada California.
Nivelo con un ron que compré en el free shop, y una cerveza no muy fría, por el temita de la sed. Y en eso lo veo al chofer: mezcla de Joaquín Galán, con el cantante rubio de Abba, con un toque de algún simio del planeta de los simios, y para romper el hielo le pregunto: Maestro, ustedes son como 260 millones, ¿no? ¿Como puede ser que no junten 11? ¡11!! Claro, tienen la misma limitación física que los españoles y los chilenos, me había olvidado...metió un cambio incorrecto, y el auto acusó recibo.

Dos tipos entrados en carnes, arrebatados por el sol, me esperaban en la entrada. Los hermanos Calahan Mac Allister, en bermudas y musculosas, me saludaron afectuosamente, cosa que me preocupó.

Caminamos unos metros, y me presentan las primeras barricas: Arranco con un cabernet avignon, dos copitas de Puchet Robled nuar, y dos de Pinot chucrut, y entonces si, y para precalentar, les pregunto con voz finita: ¿Y Bin Laden? Tienen el ejército más poderoso del mundo, y no pueden agarrar a un par de tipos con túnica y barba? En un desierto con unas cuevas!! Raro, ¿no?

Los hermanos se miraron, uno tosió un poco y llamó al operario de la barrica móvil. Probé un Merlot zidan, un Rififi Putot, y pedí repetir tres veces el Merlot Zidan, el que parece ha descendido el nivel de ventas. Entonces, los miro a los tres a los ojos al mismo tiempo, y les pregunto: Ustedes, si mañana se hace una película que habla sobre las virtudes de tomar rosado brasileño, van y lo toman, es más, lo compran…ay, ay, ay…Diganmé: ¿Cómo hicieron para tener la máxima población de Obesos del universo! No del mundo! Oíme: no debe haber un planeta en todo el cosmos, con la cantidad de gordos que tienen ustedes! Y piden visa!! Visa!!! ¿Que tienen de bueno? ¿Miami? Haceme el favor! Es un pantano! Hablan un dialecto del inglés que no se entiende nada! La cerveza local, parece agua. Y el café!! El café!! Y no hablemos de los tifones y huracanes!!

Ahora si, me cabecearon, me machacaron con los puños, y me hicieron un torniquete en el cogote, me patearon, me pincharon con unas ganchetas afiladas y me dieron con el zurriago hasta abrirme bien las carnes. Me pusieron sal, y me hablaron en ese idioma gangoso que utilizan.

Se acercaban 6 operarios con una nueva ronda de Mutué sinsemiy, un blanco helado. Probé dos copas, agregué una de Minué Polet y repetí seis más del Rififi putot, básicamente por el tema de la sed. Recuperado, y contabilizando 9 gringos sonrosados a mi alcance, no pude evitar preguntar: Che, ¿qué pasó con las torres gemelas? Las fui a visitar en mi último viaje a NYC, y había un pozo. ¿Las trasladaron a algún otro lugar?

Me metieron en la zupia, me ataron con alambre de púa-que les llevé de regalo junto con un dulce de leche y una picanita-y cada uno, con sus herramientas de labranza, me castigaron durante 12 intensos minutos. Pellizcos, tajos, raspones, moretones multicolores, boca desflecada y chocolate.
Agradecido y satisfecho, me escoltaron hasta el auto.

Tomé mi cuaderno de notas, y escribí: El Merlot zidan, es un vino para machos, aguantador, larguero y bueno para zanganear, por lo tanto, no apto para el pueblo norteamericano. Por eso no se vende mucho acá. Jijiji.