lunes, junio 04, 2007

Nada, estoy en San Pablo.

El avión que me trae del “país vasco”, sufre una demora en la escala en el país Brasil. Avisan que serán 5 horas, cómo mínimo, voy a la bodega de los hermanos Rune y Aldrich Newton Mendonça, productores “experimentales” de una cepa llamada Marcoteiro, un rosado interesante, según él.
Antes de la escala, mi interés profesional, me acerca a un tubito mañanero de tinto de Rioja, una cerveza Belga para refrescar, y un par de chupitos de Vodka soviético, a modo de cierre. Por lo tanto, la palabra experimental, me resulta muy interesante.
Sin embargo, luego de la despresurización, y al recobrar la movilidad de mis piernas en el taxi, la cosa cambió, y no pude evitar preguntarle al chofer: Maestro, ustedes son pentacampeones, son la quinta economía del mundo, pero ni ganando cinco mundiales seguidos, nos harán olvidar del Maracanazo. Giggia y Schiaffino, esos si que eran machos!
El hombre, se sonó el cuello, miró la hora y aceleró por un camino de tierra seca.
Llegamos a una finca, por llamarla de alguna manera, con palmeras, y cocoteros. Más que un viñedo, parecía Coconor. Los hermanos Mendonça, me esperaban sonrientes, ataviados con bermudas multicolores y sandalias. Dos sujetos regordetes con sandalias. San-dalias. Imaginé que bajo las bermudas portarían sendas sungas y sentí temor.
Me recibieron con una copa de Marcoteiro, un brebaje de color rosado, con un sabor anodino. Pedí dos más, para confirmar mi primer impresión. Y si, confirmado. Esto no es vino.
Un grupo de operarios, me acercó la linea completa de los vinos experimentales, todos, de color rosado. Probé un Rorcuyeiro, dos copitas de Troncoço, y nada, sentí pena. Entonces, agarré y les tire precalentando: ¿Alguna bebida para varones? Digo ¿esto es vino? Claro, ahora entiendo: Eso que ustedes denominan asado, lo acompañan con esto que denominan vino.
Los operarios me miraron serios, los hermanos Mendonça, en cambio, insistían en mantener la “buena onda brasilera”-buena onda lindera con la homo-sexualidad-actitud que me obligó a repetir una vuelta completa.
Entonces, aprovechando la llegada de más operarios con la picada y unos barriles con más vino rosado, me subo a un banquito y les pregunto a todos, en voz alta y firme: ¿Se acuerdan del gol de Caniggia en el 90? Y ahí si, primera reacción normal: Me bajaron agarrado del poco pelo que me queda en la nuca, me dieron con palos, picos, con la mita, la encomienda y el yanaconazgo. No sé si fue el rosadete, o la poca calidad de los operarios, pero no pasa nada.
Entonces, volvió a circular un botellón, frío, de mano en mano, momento en el cuál, y para evitar que se relajen, les digo: ustedes mucho Lula, mucha bandera roja, mucho PT, pero los Yankees los tienen marcando el paso.
Me agarraron de los tobillos, me bajaron los pantalones, me pusieron una sunga, y me dieron nalgadas con un rebenque gaúcho mojado durante 20 minutos. Aún en esas condiciones, les solté: ¿Por que no aprenden castellano, cómo todo el resto del continente? Tanto miedo le tienen a los portugueses?
La boca deshilachada, los párpados colgantes y las orejas calientes, me producen una sed demencial.
Pido un toquecito más del rosadete, y ya que están, un poco de esa cosa llamada cachaça, que paraliza todas las terminales nerviosas bastante bien, y les pregunto: Figuran entre los 10 países mas extensos del mundo, y ¿no hay vino? ¿que tienen? ¿Cachaça? ¿que es? ¿De donde la sacan? ¿Y con que la acompañan? Con porotos negros!! Haceme el favor!!
Corrí ensungado, con los cachetes enrojecidos por un campo de cardos y trepé a una bicicleta. Caí a los pocos metros y fui alcanzado por la turba, a la que se sumó, el portero, un repartidor de sifones, y las mellizas Pelufo, dos obesas que parece que gustan de los hermanos Mendonça, y si, me dieron con todo. Sentí mandíbulas cerrarse en mi carne, y halar con fuerza, torniquetes medievales, y muchos coquitos craneanos, sin embargo, pude garabatear en mi cuaderno de notas: El rosado brasileño, a pesar de ser experimental, feminoide, sumiso y cargado de solecismo, es excelente para el uxoricidio.

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